Enhiesto surtidor de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a sí mismo en loco empeño. Mástil de soledad,prodigio isleño; flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueño. Cuando te vi, señero, dulce, firme,qué ansiedades sentí de diluirme y ascender como tú, vuelto en cristales, como tú, negra torre de arduos filos, ejemplo de delirios verticales, mudo ciprés en el fervor de Silos. |
viernes, 4 de abril de 2008
El Ciprés de Silos
jueves, 3 de abril de 2008
Romance del Júcar
Agua verde, verde, verde, agua encantada del Júcar, verde del pinar serrano que casi te vio en la cuna -bosques de san sebastianes en la serranía oscura, que por el costado herido resinas de oro rezuman-; verde de corpiños verdes, ojos verdes, verdes lunas, de las colmenas, palacios menores de la dulzura, y verde -rubor temprano que te asoma a las espumas- de soñar, soñar -tan niña- con mediterráneas nupcias. Álamos, y cuántos álamos se suicidan por tu culpa, rompiendo cristales verdes de tu verde, verde urna. Cuenca, toda de plata, quiere en ti verse desnuda, y se estira, de puntillas, sobre sus treinta columnas. No pienses tanto en tus bodas, no pienses, agua del Júcar, que de tan verde te añilas, te amoratas y te azulas. No te pintes ya tan pronto colores que no son tuyas. Tus labios sabrán a sal, tus pechos sabrán a azúcar cuando de tan verde, verde, ¿dónde corpiños y lunas, pinos, álamos y torres y sueños del alto Júcar? |
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